martes, 31 de julio de 2012

Letra de una canción que no existe pero que si existiera sería número uno en todas las radios aunque nadie se molestara en darse cuenta que no tiene sentido


"Todo placer"

Contigo volveré
Aunque no creas que no
Aunque vos creas que soy
Un perdedor sin canción
Hoy te canto con pasión
No te creas que soy
Un estúpido escorpión
Que da vueltas en la arena
Como un chino con calor.

Mira allá, ¿Te acordás?
Cuando fuimos a pasear
Esa playa te gustaba
Y te la quise comprar
Cuando tomamos en un bar
Señalaste al caminar
Un bocado y una bocada
No podías igualar.

Y nada pasará...
Esos momentos extrañaré.... Ohh Ohhh Ohhhh (X3)

Que giro que hizo mi vida
De bajada en subida
Te me fuiste, querida mía
Mozo tráeme otro café.

Que giro que hizo mi pasión
Hoy yo te quiero a vos
Te me fuiste, amor mío
Mozo tráeme un té con miel.

                                                                          Marcos Popis.

viernes, 13 de julio de 2012

Melancolía.



- Despertate, Javi. Tenés que ir a la escuela.
- No, mamá. ¿No me puedo quedar en casa hoy? Hace mucho frío.
- ¿No tenías la prueba de Ciencias Naturales?
- Sí, pero de seguro no va nadie.
- No te la crees ni vos. Dale, levántate.


Javier se destapa la cara y estira las piernas que aún se encontraban debajo de las sábanas, asumiendo que levantarse era simplemente una irrefrenable cuestión de segundos. Alicia, su mamá, consciente de esta acción, prende la luz.


- ¿Qué hacés? Apagame la luz.
- Bueno, te apago la luz, pero te levantas. Ahí te llevo la estufa al baño para que puedas bañarte calentito.


Alicia le apaga la luz y se dirige a su propia habitación, mientras Javier levanta su cuerpo y se refriega los ojos sentado en la cama. Al escuchar los pasos de su mamá llegar, se vuelve a arrojar haciéndose el dormido.

- Javi, dale. Que se te va la hora y después llegás tarde. Ya está todo preparado. Te dejé la ropa en el baño.
- Ufa! No quiero ir.
- No me hagas enojar. Dale, que corre el agua y después viene una fortuna.
- ¿Me haces una chocolatada?
- Después que salgas de bañarte, si.



Javier se pone las pantuflas y atraviesa corriendo la cocina hasta llegar al baño. En dos minutos, se desnuda, orina y se mete en la ducha pegando un grito alarmante. Alicia desde afuera pregunta preocupada qué fue lo que pasó, y éste le responde que por favor baje el calefón.

- (gritando) Mamá, mirá la remera que me dejaste. ¡ Tráeme otra! ¡Van a pensar que soy un mogólico si uso esto!
- ¡Ey, no digas esa palabra! Ahora te traigo otra remera, vos quedate ahí.



Alicia abre apenas la puerta y le facilita con la mano izquierda una remera naranja un tanto chica. Javier le agradece con un sarcasmo que su mamá no llega a apreciar. Luego de cambiarse, Javier llega a la cocina, toma asiento, y apoya el codo en la mesa y la mano en su cabeza. Alicia lo mira sabiendo que él esta pensando en que recuperará las horas de sueño por la tarde, algo que siempre dice y nunca logra cumplir.

- ¿No hay Criollitas?
- Me hubieses dicho ayer cuando fuimos a comprar a los chinos. Ahora comé esas.


Ella sabía que era de caprichoso nomás, porque le gustaban las galletitas de marca desconocida del tarro gigante que se encontraba sobre la mesa. Mientras las come con cara de disgusto, relojea la televisión que está a sus espaldas con uno de los canales de cable de noticias.


- Mamá, cambiá de canal. ¿Para qué querés ver a ese viejo? Me tiene podrido.
- No me interesa el viejo, sino lo que dice.


"La máxima será de 10°. Por la noche, está pronosticado lluvia. Y para mañana, estará despejado, con una máxima de 15° y una mínima de 20"


- Mamá, dijo "una mínima de 20" ¿Escuchaste? Se equivocó. Es un tarado ese viejo.
- ¿Tenés lista la mochila?
- Si, la preparé anoche. Uh, me olvidé que tenía que comprar un mapa.
- ¡Justo ahora te venís a acordar! Va a estar llena la fotocopiadora cuando lleguemos. ¿Cuál era el que necesitabas?
- Mapa de Argentina. División política.
- Déjame fijar si te encuentro alguno en la pieza.



Mientras Alicia busca entre las carpetas de años anteriores el mapa que su hijo le pidió, Javier toma el control remoto y pone un programa de Golf por un canal de deportes. Y se ríe para adentro.

- Acá te lo encontré, hijo. Fijate que.... ¿Qué pusiste?
- (riéndose) El viejo está jugando al golf ahora.
- Yo buscándote las cosas y vos cargándome. Y encima no terminaste la chocolatada que pediste. Dale, agarrá las cosas que se nos hace tarde.


Javier se pone la mochila, y frena a su mamá.


- No me acompañes, me gustaría irme solo.
- No, no. Vamos juntos, nada de ir solo.
- Son tres cuadras nada más.
- No me importa, vamos juntos.
- Mamá, por favor...
- Te pones pesado eh. Bueno, Javi, está bien. Por esta vez te dejo ir solo.


Su hijo se va a la escuela, y ella recibe una llamada al minuto siguiente. Era Mabel, una amiga de Alicia de su ex trabajo.


- Ah, Mabel, ¿Cómo estás? ¿Que hacés despierta tan temprano?
- Nada, acá andamos, te llamaba para saber que hacías hoy al mediodía. ¿Querés venir a comer a casa?
- No, a la tarde si querés me doy una vuelta. A las doce tengo que ir a buscar al nene a la escuela.
- ¿Qué nene?
- ¿Me estás cargando? A Javier.
- Alicia, ¿Otra vez? Murió hace dos años Javier.



Corta el teléfono y se pone a llorar sola. Luego levanta la cabeza, entra a la habitación de Javier, y quita todos los muñecos. Guarda el mapa en una carpeta, mete la mochila en el placard y se pone a barrer.

viernes, 6 de julio de 2012

Sólo un chiste


"¿Sabés por qué los ciegos no vuelan?
Porque sus perros lazarillos se asustarían"


Este chiste lo escuché en la película "Asalto al tren del dinero", protagonizada por Woody Harrelson y Wesley Snipes hace un buen par de años, y siempre me pareció muy gracioso, a pesar de que a la mayoría de gente que se lo conté se le antojaba poner cara de poker cuando lo escuchaba.
Y entonces yo se los repetía, "¿Cómo, no lo entendiste?" les decía. Hasta que me resignaba. Sin embargo, un par de meses luego lo volvía a contar, y me decían "Eh, pero otra vez el mismo chiste". Y les chicaneaba con "Es que quizás pensé que ahora estarías más grande, y podrías entenderlo".


Creo que nadie lo entendía, más allá de la gracia o no del chiste. Lo cierto es que eso ni me interesaba. Sólo me gustaba contarlo. Y esa no reacción se volvía una adicción para mí, un efecto predecible que acompañaba una burla.